
Ha costado años, pero por fin se ha presentado oficialmente el I Plan de Parlamento Abierto, que marca un hito en el camino hacia la transparencia y la apertura institucional del Congreso de los Diputados. De hecho, es el primero de la historia de la democracia. Y Political Watch ha estado allí, con la intervención de nuestro director, Javier Pérez González, en el acto institucional.
Con el anuncio del Plan, ya reconocimos que el hecho de que este exista es una buena noticia, porque marca una ruta concreta para acercar el Congreso a la ciudadanía. Tras 14 años trabajando por esta causa, es momento de celebrar los avances. Entre ellos destaca la regulación de los grupos de interés -los famosos lobbies-, que permitirá asomarse a las reuniones que éstos mantengan con sus señorías y la publicación de la huella legislativa de cada ley que se tramite en las Cortes Generales. Poder conocer qué actores participan en la elaboración de una norma y cuál es su influencia es esencial para fortalecer la rendición de cuentas.
Ahora bien, también hay aspectos que saben a poco. Algunos compromisos son más bien estudios previos o diagnósticos y, en materia de participación, el Plan se limita a lanzar un proceso de escucha tras el cual se redactará un informe de propuestas. Se trata de un compromiso de muy baja ambición, a sabiendas de que la duración del Plan está limitada a esta legislatura, algo que reduce su capacidad para apuntalar la participación ciudadana en la actividad parlamentaria como una constante de nuestro sistema democrático. Además, el Plan se presenta sin indicadores claros, cronograma ni presupuesto asignado.
También nos preocupa que el Plan carezca de cualquier intento por fomentar una visión conjunta entre Congreso y Senado en materia de Parlamento Abierto. Avanzan por separado, cuando lo lógico sería hacerlo en colaboración. No existen apenas iniciativas compartidas, a pesar de los evidentes retos tecnológicos y organizativos compartidos que afectan a ambas Cámaras. La apertura no debería ser materia de competición entre instituciones.
Así que hemos ido al Congreso con estos dos objetivos: para celebrar que existen avances que se materializan, pero también para recordar que una institución es verdaderamente abierta cuando rinde cuentas, escucha activamente a la ciudadanía y se deja transformar para servir mejor a la democracia.